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Me pregunto...

Cuando te carga el payaso... si, ese payaso, el más deprimente del centro; el más feo, mal oliente y mal vestido de todos; con chistes malos, una risa que haría orgulloso a satanás y cabello quemado... cuando ese payaso te carga... ¿A dónde te lleva?
Pronto lo averiguaré.

Algo que adoro y odio

Como pueden ver, el día de hoy se ha converito en Double Post Day, y corre peligro de convertirse en un Triple Post Day debido a que mi ida con el dentista me ha hecho pensar muchas cosas raras, hahaha. Ya ven, Marketing se compone de la Parte 1 y Parte 2, la cual probablemente escriba más tardecito. Este pequeño post en particular es para poner en claro algo que me fastidia hasta lo más profundo de mis entrañas pero al mismo tiempo me trae muchas, muchas satisfacciones.
 
Carros pequeños.
 
¿No les ha sucedido que llegan a un estacionamiento que se encuentra abarrotado hasta el término degradante que utilizamos para referirnos a nuestros lindos posteriores que usamos para sentarnos? Y entonces llevan dando vueltas y vueltas como desquiciados cuando repente, iluminado por una luz y coro divino, alcanzan a vislumbrar un lugar libre; pisan el acelerador para que nadie les vaya a ganar el lugar. Sus ojos maníaticos se encuentran fijos sobre ese lugar y la sangre les parpadea en la frente. Comienzan a dar la vuelta para estacionar el carro cuando *¡BAM!* Hay un pequeño bocho estacionado que no tiene una cajuela lo suficientemente protuberante como para que la hubieras notado atrás de esa Expedition. Crap... derrotado te alejas del lugar no sabiendo si gritar, llorar desde lo más hondo de tu ser a los cielos o si del puro coraje embarrar tu auto contra el bocho. ¡No más de pensarlo me hierve la sangre!
 
Sin embargo, mi carro es un Pointer. :D Lo cual es cool porque gracias a su pequeño, compacto y jugetón diseño lo puedo estacionar en casi cualquier espacio que encuentre sin problemas. Eso, además de que en ocasiones muy especiales que necesito aventarme un efecto Matrix  en medio del tráfico para cruzar de un lado al otro de la avenida, pues me es más sencillo abrirme paso entre los apretujados carros que parece se vienen oliendo el trasero como perros. ¡Es más! En alguna ocasión me tocó entrar a un estacionamiento donde por ser carro compacto te cobraban $3 pesos menos que a los otros carros. ¡No más de pensarlo me causa sonreir!
 
Es cómico ya que es un sentimiento de adoración y odio al mismo tiempo. Pretty much like love.

Marketing Pt. 1

Vengo llegando de ir con el verdugo... ¡digo! El dentista. Pero eso no es lo importante; el punto es que me dí cuenta de cómo el mexicano común, silvestre y corriente tiene muchos conocimientos innatos del marketing; y no sólo eso, que probablemente los aplican mucho mejor que grandes corporativos.


Por alguna razón misteriosa me gusta ir con el dentista los jueves muy temprano en la mañana. Digo, a mal paso darle prisa, ¿no? Llegué al lugar en mi auto y como siempre hay que localizar un espacio para parkear. Allá a las quinientas encontré lugar; de entrada no había un cuate de los que cuidan/lavan los carros por lo que comencé a tener el gran debate eterno: "¿Cuánto tiempo tardaré con el dentista? ¿Le pongo al parquimetro -¿esa palabra existe, o es un gran americanismo? - suficiente para una hora? ¿O para dos?"

Como por arte de magia, apareció el Parking Man acompañado de una misteriosa brisa. "Qué tal güero, ¿se lo cuido?" Sé a ciencia cierta que más que cuidarme el carro per se, están más o menos al pendiente de los agentes de tránsito que revisan los parquimetros y es entonces cuando les echan moneditas de 50 centavos para que parezca que tiene dinero. Ah claro, como tienen que tener una buena imagen con el cliente, la primera monedita que le echan es de un peso, de tal manera que el cliente - lease como, yo y el civil común - se va con la idea en mente de que le están proporcionando un buen servicio. En realidad yo no me fuí pensando eso, me iba preguntando: "¿Por qué demonios desde hace un año que vengo a este lugar todos los Parking Men me dicen 'güero'?"

Después de que el verd-... doctor... me tortur-... revisó, salí de su consultorio. Y a pesar del gran sufrimiento que me trae, ¡todavía le pago! En fin, salí y me dirigí a mi carro mientras buscaba en la gran profundidad del abismo que es la bolsa de mi pantalón unas monedas para darle al Parking Man; sólo encontré una de $10 pesos - se fijan como en teoría es redundante poner tanto el signo de pesos ($) como la palabra "pesos", ya que el signo en sí es suficiente para refenciar que son pesos - y pues ni pedigree, qué le voy a hacer. Además, probablemente él necesita más esos pesillos que yo.

Llego a mi carro, y no veo por ningún lado al Parking Man. Me detengo un momento estupefacto, pues yo creería que estarían muy al pendiente de los clientes que regresan a pagar, pero no se veía en las cercanías. Eché otro vistazo, miré a mi alrededor. Nada. Se había esfumado. Me encongí de hombros y volví a mandar la moneda de $10 al abismo de mi pantalón; abrí la puerta y me proponía a entrar cuando de repente apareció el Parking Man al lado de un carro tres espacios al lado del mío. No lo había visto porque se encontraba lavando el carro - que por cierto, era un mustang - y había estado agachado. De ipso facto busqué de nuevo la moneda al mismo tiempo que levanté la mano para indicarle que le iba a pagar. ¿Saben qué hizo el cuate? Sonrió y dijo: "¡Nos vemos güero!"

What in the friggin' poop?!

¿Por qué dejó ir el dinero? ¿Por qué no vino rápidamente por su pago? ¿Y por qué me siguen llamado güero? Pues así por las buenas me ahorré mis $10 y me subí a mi carro, arranqué y me fuí sin pensarlo una segunda vez. Pero me fuí masticando porqué no vino, y por fin llegué a una respuesta. Yo le iba a dar unos tristes $10 pesos, cuando por lavar el carro va a ganar $80 pesucos - ¡Hey! "Hasta armoról le ponemos a la llantas jefecito, quedarán como nuevas". Pero claro que le conviene olvidarse del pez pequeño e ir por el pez gordo - aunque probablemente yo estuviera más gordo que el dueño de ese mustang - pues yo representaba una pequeña ganancia para él; mejor se preocupa por ofrecerle un servicio satisfactorio al dueño del Mustang para entonces cobrar $80, que de entrada son $70 más que lo que le iba a dar, y si agarra de buenas al tipo que encuentra su carro rechinando de limpio hasta le deja el billete de $100 completito.

Como pueden ver, y Supermarioneta Divina no me dejará mentir, el Parking Man tenía suficientes conocimientos innatos para conocer conceptos como Servicio al Cliente - "Buenos días güero, ¿cómo le va?" -; evitar la Disonancia Cognoscitiva - al echar la moneda de peso para que me vaya feliz -; control total de la Plaza - está parado justo al lado de los parquimetros -; Core Product Features - lavar el carro y ponerle 'armoról' -; Estrategias de Producto - te cuida y el carro y "de pasada se lo lavo jefecito"- y el concepto de Clientes Empresariales - preocuparse por el cuate del Mustang antes que el del triste Pointer.

¿Y saben qué es lo mejor? El Parking Man es un tipo salido de la calle que aprendió todo esto por experiencia, y tras largos años de práctica se ha convertido en todo un maestro en el manejo de la estrategia del negocio. Todo esto sin tener que estudiar, matarse haciendo proyectos, escuchar a profes aburridos, partirse la madre con equipos pedorros ni pagar $50,000 al semestre durante 5 años.

Pero aún no logro resolver el enigma... ¿por qué me llaman güero?